I TAJOMAN. (Triatlón Tajo del Aguila. Algar).

Antes de que os pille por sorpresa os aviso de que la crónica tiene tela del telón, osea, que vais a leer más que en toda la E.G.B. Como bien sabeis, a mi me encanta eso de enrollarme escribiendo pamplinas, y como el tema me motive, te puedo hacer un "Quijote" de cualquier paparruchada. Ya de pequeñito, en el colegio, cuando la maestra iba a hacer un dictado, a mi me daba el doble de hojas que a los demás porque sabía que yo era de los de "explicar" el asunto, y si por ejemplo la cosa empezaba "Al final del verano, en el campo, se cortan las vides", Mª Carmen, que así se llamaba la profesora, sabía que yo pondría algo así como "Al final del verano, justo entre finales de Agosto y mediados de Septiembre, cuando ya hace más fresquito por la noche y oscurece antes, en el campo, lo que hay después de las ciudades con muchos árboles y flores encima, se cortan las vides". Para que os hagais una idea más concreta del tema, fue un profesor que me dio clases de historia en 8º el que inventó los exámenes tipo test solo para mi, así que ya veis.... Bueno, que me dejo de mamarrachadas y empiezo.

El pasado sábado, como ya sabreis la mayoría, disputamos en Algar un triatlón semiolímpico, aunque también debería decir semidisputamos porque de lo que se trataba era de pasar un buen rato con los compañeros y con la familia. El enclave elegido fue el Tajo del Aguila, concrétamente el complejo turístico que allí hay y que tiene el mismo nombre que esa maravilla de la naturaleza. Aunque en principio se esperaba a más gente, al final, solo 7 fuimos los valientes que aparecimos para ser los primeros Tajoman de la historia. Sergio y Antonio Mariscal, en calidad de anfitriones, Corchero, Tomás, José Manuel (Ociosur), Pepín y yo.

La historia empezó el viernes con la llegada al complejo, como a todas las grandes citas, acompañado del Selu´s team. Llegamos por la tarde con el tiempo justo de darnos un chapuzón en la piscina, ducharnos, e irnos a cenar. Siguiendo los nuevos patrones alimenticios de los gurús del triatlón basados en la dieta protoproteica con disociamiento de lípidos poliinsaturados y una ramita de perejil, cené huevos fritos con chorizo, unas cañitas y para hidratar cuerpo y mente un gin tonic, cortito, eso si. Camastronamiento.

A las 8:00 nos habiamos dado cita en la recepción del complejo para dejar las bicis, y algo antes ya estaba dando vueltas por el mirador para captar el paisaje con las luces del amanecer. Aquí os dejo unas fotos que os dan una idea del maravilloso entorno.

La ensenada más próxima es donde nadamos.

Continuación hacia la izquierda de la primera foto.

Salida de sol.

Los primeros tajomanes.

LA NATACION.

Son las 8:00, dejamos las bicicletas en la recepción y nos dirigimos al restaurante para desayunar. Empezamos a bajar una cuesta interminable. A mitad de la cuesta ya habíamos dejado atrás el infierno, así que figuraos hasta donde hay que bajar. Llegamos al restaurante, que habían tenido el detalle de abrir antes para nosotros, desayunamos, y a seguir bajando hasta el embarcadero. Desde allí la vista es preciosa. El agua, imperturbable a esa hora de la mañana, nos aguarda, y en su quietud, la jalonamos con dos boyas amarillas que nos servirán de cicerones para guiarnos en el tramo acuático. Toma fragmento poético. Nos tiramos al agua, templada, sobra el neopreno pero nos lo dejamos, como para quitárselo ahora después de lo que hemos pasado para ponérnoslo. Al agua, tranquilos, muy tranquilos, salmones remontando un rio. Llegamos a la primera boya, nos esperamos, segunda boya, de vuelta. Ahora apretamos un poco para llegar al embarcadero de nuevo. Nos esperamos. Dan ganas de haber nadado más. Estupendo. Nos quitamos los trajes y hacia arriba.

LA BICICLETA.

Aquí Pepín se despide. Había venido tan solo a nadar y saludarnos. Un amigo. Los demás bebemos bastante, llenamos botes y a las monturas. La carretera busca en descenso rápido pero sin peligro el Puente Picao. Tras el puente, la carretera empieza un continuo sube y baja que ya no parará hasta que dejemos las bicis. No es un recorrido difícil en si, pero si que se vuelve muy complicado si se decide hacer de manera exigente, ya que aunque no tiene subidas muy empinadas, salvo al final, el continuo vaivén hace que la recuperación a fuertes ritmos sea corta. En unos kilómetros se hacen dos grupos, por delante Sergio, Tomás, Corchero y yo y después, Antonio y José Manuel. El ritmo es constante, sin tirones, ni fuerte ni flojo. Así van cayendo los kilómetros. El calor empieza a notarse. Pasamos la barriada Briole, y seguimos hasta Arcos, allí giro a la derecha y para Algar. Escasea el agua pero no merece la pena parar. Al final es cuando llegan las rampas más duras, una cuesta de unos 500 mts al 10% abre el fuego, le sigue un pequeño repecho y por fin la subida a Algar. Meto todo. Sergio y yo a la par. Subimos. Se acerca el dilema, la duda final, el motivo de conversación desde que el dia anterior, todos al llegar en coche tuviésemos que poner en primera nuestros vehículos para subir un repecho de unos 40 metros al 20-25%: ¿Por aquí o por el otro lado?. Sobra la respuesta. Con mi compact y el 27 subo hasta escaleras, así que tira "pa´lante". Sergio, sube haciendo eses, muy hábil; a mi no me hace falta, pero en un tramo con gravilla temo que la rueda patine, freestyle, ¡¡¡yuuuuju!!!, subimos. En el complejo dejamos la bici dispuestos para correr. Tomás y Corchero llegan al instante. Vamos a dar un pequeño giro para esperar a los demás y ya correr todos juntos, aunque la hora....

LA CARRERA A PIE.

Aquí el que se queda es Corchero, la rodilla manda. Sergio, Tomás y yo. Todos para uno y uno para todos. Si la bicicleta es rompepiernas, la carrera a pie es para morirse. Puro trail por asfalto. Imaginad que cogeis la media del Titán como si fuese un acordeón y esos 10 de ida y 10 de vuelta los estrujais y lo dejais en 4 de ida y 4 de vuelta. Aterrador, ¿verdad?. El recorrido es como hacer el amor, se sube y se baja, se sube y se baja, se sube y se baja..... Pero antes destacaros un par de repechos del 20-25%, el que subimos en la bicicleta, donde hasta Tomás tuvo que poner el paso Juanito Oiarzábal, y otro camino del cementerio que también se las traía. En recepción la hora manda. Antonio y José Manuel ya están allí pero no hay tiempo de correr más.... menos mal.

LA PAELLA.

Después del entrenamiento a reponer fuerzas. El menú era sencillo, ensalada y paella para 20. Cerveza y Tinto de verano como isotónicos del almuerzo y muchas risas. Tomás se tragó 3 platos, y digo se tragó porque si hubiese tardado 30´en tomárselos hubiese dicho se comió, pero como desparecieron en 15´digo se tragó. Sergio 2, yo otros 2..... sin comentarios. Ahora un poco de triatlonreal; niño cómete esto, niño cómete aquello, niño deja al perro que se está acordando de mi, cambio de pañales, el niño quiere hacer pipí..... Otro entreno, vamos. Helado, santo soborno de los más pequeños, la manada se estabiliza, todos sentados, quietos, comiendo y mirando, mirando y comiendo.... barruntando que harán después del mantecado. Ya es tarde para ellos. Progenitores del mundo, ¡¡¡¡Unios!!!!; al pantano que hay hidropedales, canoas, una manguera y un barco.

Una gran mesa para un gran dia.

Sergio con pinta de algareño y sombrero de guiri de Irlanda en la Costa del Sol.

Detallazo de los langostinos que se vistieron con los colores del club para la ocasión.

La foto de lo que parece y no es. Ni estamos en la Costa Azul, ni el que sale de espaldas es el"milloneti" dueño del velero; son el pantano del Guadalcacín y nuestro queridísino Tomás creyéndose que es el "milloneti", eso si. Aquí lo pasamos genial, de muerte. Fijaos que vista, el agua estaba estupenda, y además, a pesar del calor se levanto un airecito que algo alivió la cosa. Resumen esclarecedor: Mujeres contentas, niños felices y ganaron los buenos, ¿qué más se puede pedir?.